Desde que se hizo pública la difícil situación que está viviendo Europa en relación con los enfermos y muertos que ha dejado el Covid19 en ese continente, el país suramericano prendió las alarmas. Tanto el gobierno nacional como los gobiernos locales entendieron que se enfrentan a una bomba de tiempo que en caso de no ser controlada podría ser letal. El 6 de marzo el Ministerio de Salud confirmó el primer caso detectado en el país, una joven colombiana que había estado días antes en Milán, Italia, y cuya prueba para el covid-19 fue positiva.
Hoy, un mes después de ese primer anuncio los colombianos apenas están sintiendo y entendiendo la gravedad de la situación. Parece que, para Colombia, la historia apenas comienza.
UN SISTEMA DE SALUD EN CUIDADOS INTENSIVOS
Los expertos coinciden en que la mayor preocupación es que el sistema de salud público no funciona, los recursos con los que cuenta no son suficientes y un incremento en el número de contagios puede ser letal y llevaría a su colapso.
Según las últimas cifras reportadas el 7 de abril, hay 1780 personas contagiadas, 50 personas muertas y 100 personas recuperadas en todo el país. Bogotá es la ciudad donde se concentran la mayor cantidad de casos. Esas cifras parecen no ser muy representativas y los números no son tan grandes como en otros países. Sin embargo, la realidad es que los números llevan por lo menos una semana de retraso y el gobierno necesita mejorar su capacidad de realizar pruebas. Hoy el promedio de pruebas que realiza el país por cada 100 mil habitantes es de 42, muy por debajo de las que realizan países como Noruega, Austria, Israel, Canadá o Dinamarca, con ntre 800 y 1800 pruebas diarias, según las cifras publicadas en worldometers.
A pesar de todas las barreras, parece existir una ruta clara y un camino a seguir. Mientras los colombianos están en cuarentena hasta el próximo 26 de abril, la cual inicio el pasado 24 de marzo, en cada región de Colombia se está trabajando en cinco aspectos que se consideran claves para enfrentar la emergencia y levantar la cuarentena nacional: aumentar la capacidad de las UCI, adecuar espacios adicionales para atender enfermos, aumentar la cantidad de pruebas para diagnosticar los contagios, incrementar la capacidad de los equipos que prestan atención domiciliaria, y construir una red capaz de hacer vigilancia epidemiológica en todo el país.
Para cumplir con estos objetivos, el gobierno nacional y los mandatarios locales están inyectando capital económico y humano. Se incrementaron las partidas para el sector salud, se están adecuando grandes espacios culturales para que sean utilizados como hospitales, se hizo un llamado a todos los profesionales de la salud que están en último año de carrera y a quienes ya están pensionados para sumarse como miembros activos a la red de salud, se bajaron los aranceles a las importaciones de productos médicos, se hizo una gran compra de test para detectar contagios y se activaron canales de diálogo permanentes con países como Corea, con el fin de recibir recomendaciones que permitan adaptar el modelo coreano a la realidad colombiana. Los objetivos son ambiciosos, pero deben ser cumplidos o de lo contrario la red de salud no será capaz de atender a la cantidad de contagiados que se espera esté cerca de los 4 millones de colombianos, es decir el 8% de la población total del país.
Los datos entregados hasta el momento por el Ministerio de Salud indican que, por ahora, las medidas tomadas para la contención del virus están funcionando. Si se comparan los datos de Colombia con otros lugares, parece que el plan está marchando según lo esperado. La decisión de adoptar una cuarentena nacional ha permitido que no se disparen los casos. Por ejemplo, un mes después del paciente 0, Madrid tenía 14.000 personas contagiadas y más de 1800 muertos mientras que en toda Colombia, después de un mes, la cifra de contagiados apenas está por encima de los mil y los muertos no llegan a los cincuenta.
LA LUCHA POR EL LIDERAZGO
La falta de liderazgo del presidente Iván Duque marcó el inicio de este periodo de crisis nacional. Los alcaldes y gobernadores de todo el país fueron los primeros en tomar decisiones que permitieran hacer frente a la ola de contagios que se espera tenga Colombia. Los mandatarios locales y regionales, bajo el liderazgo de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, tomaron la decisión de hacer simulacros de aislamiento y cuarentenas antes de que la medida fuera decretada a nivel nacional por el presidente.
Desde el 20 de marzo que se empezaron a tomar las medidas a nivel local, la opinión pública se polarizó entre los que respaldaban las acciones de los mandatarios locales y aquellos que fieles al presidente, pedían esperar la respuesta del ejecutivo. En televisión se presentaban alocuciones, casi en forma simultánea, del presidente y la alcaldesa de la capital. En las redes sociales también era evidente que había “dos bandos” en el país. Unos que pedían medidas rápidas y validaban la actuación de los alcaldes y otros que pedían calma y que llamaban a la prudencia a los gobernantes locales.
En momentos de crisis, la recomendación es tomar medidas rápidas y acertadas en clave. Por el contrario, se afirma que cada momento de silencio o de demora puede incrementar el peligro de que la bomba estalle, y además es un síntoma de falta de liderazgo. En el caso colombiano, el presidente se demoró en dar línea y los mandatarios locales tomaron ventaja. Cuando Duque sacó su decreto para centralizar las decisiones en cabeza de la presidencia, varios alcaldes y gobernadores lo interpretaron como una desautorización a sus medidas preventivas locales y como una señal desesperada por recuperar un liderazgo que había perdido por la lentitud en su toma de decisiones.
La gran ganadora de este escenario fue sin duda la alcaldesa de Bogotá Claudia López que, contrario al presidente, no demoró en mostrar liderazgo y tomar decisiones. Frente al decreto presidencial que decía claramente “el que decide aquí soy yo”, la alcaldesa declaró que “ese no es el momento de las competencias y de las vanidades infantiles, sino de cuidarnos”.
En la misma línea de actuar a paso lento “pero seguro”, parece estar el legislativo. El Congreso no ha logrado ponerse de acuerdo y los congresistas siguen sin sesionar. Aunque el presidente dio vía libre y autorizó las deliberaciones remotas, el Congreso aún no ha sido capaz de retomar sus funciones. Esto implica que la agenda política del país también está en cuarentena. No se están discutiendo las iniciativas y proyectos de ley que son claves para el país y que hacen parte de la apuesta política del gobierno, como son la reforma a la justicia o la reforma pensional.
Pese a todo lo anterior, una encuesta de una reconocida firma demuestra que en general más del 60% de los colombianos aprueba la gestión del presidente, mientras que la aprobación para los mandatarios locales alcanza cifras de aceptación mayores al 70% y en el caso de la alcaldesa de Bogotá, esta cifra llega al 82%. En este sentido, esta crisis ha puesto a prueba la capacidad de acción y liderazgo de todos los mandatarios del país, y aunque en ocasiones el panorama político nacional se ve como una carrera entre liebres y tortugas, lo cierto es que se han tomado las medidas que han recomendado los expertos, así lo reconocen los ciudadanos, y parece que, en la práctica y después de varios “malentendidos”, el gobierno nacional y los gobiernos territoriales están trabajando juntos.
UNA ECONOMÍA EN JAQUE
La misma falsa dicotomía que se está presentando en el mundo, también se presenta en Colombia. A pesar de que hay claridad sobre la importancia de cuidar a las personas y salvar sus vidas, la economía del país, a pesar de ser sólida, no está preparada para afrontar la crisis económica que se espera se desate en los próximos meses.
Con el frenazo casi total a la economía que ha significado la cuarentena, solo están trabajando los sectores indispensables, y los bajos precios del petróleo, se espera que en el mejor de los casos el PIB del país crezca cerca del 2,3 %, casi un punto por debajo de lo que se previa antes de la crisis. No obstante, dependiendo del manejo y las consecuencias que se registren, está cifra podría caer al 1,2 %, y, en el peor de los casos, habría una desaceleración de la actividad económica del -0,4 %, según datos del Banco Interamericano de Desarrollo.
Por su parte, se espera que el desempleo llegue en promedio al 15,4 % o incluso al 19,5 % en el peor de los casos. No obstante, estas cifras están un poco lejos de la realidad del país, ya que en Colombia el empleo en su mayoría es de carácter informal y una gran cantidad de personas que quedaran sin ingresos no están contempladas dentro de estas cifras. Lo que implica que, en el corto plazo, una gran proporción de los colombianos necesitará de la ayuda del gobierno para sobrevivir.
A lo anterior se suma una problemática adicional que ya venía afectando al país, la migración de venezolanos. ¿De dónde saldrá el dinero para ayudar tanto a colombianos como venezolanos que están en riesgo? Los auxilios anunciados por el gobierno nacional no son suficientes, si bien están focalizados en atender la población más vulnerable pronto habrá que poner en marcha programas que ayuden a que los micro, pequeños, medianos y trabajadores independientes del país recuperen sus ingresos.
La economía colombiana está en jaque, por eso como dice Salomon Kalmanovitz, uno de los economistas más reconocidos del país, no hay tiempo de ortodoxia económica. “No es tiempo de equilibrio fiscal ni monetario. Por el contrario, es la hora de que el Banco de la República y el Ministerio de Hacienda tomen medidas drásticas que aporten recursos gigantescos para que el Estado pueda actuar en todos los frentes necesarios de esta guerra contra la pandemia, que está haciendo estragos en la economía”.
Artículo para informe CombyCom «Balance internacional de una crisis distinta» (Análisis elaborado en colaboración con nuestras consultoras en la región Angie Katherine González y Eugénie Richard.)
Accede al informe completo aquí